sábado, 29 de agosto de 2009


Como cada noche desde hace ya mucho intenté visualizar tu imagen para mandarte un beso de buenas noches. Esto solía tranquilizarme & acostumbraba a ser la fuente de una sonrisa con la que preparaba mis sueños de enamorado. Pero la otra noche me hallaba muy inquieto &, por más que lo intentaba, no podía dormirme... Tu imagen aparecía borrosa & su falta de definición me alteró de tal modo que la tristeza se apoderó de mí hasta tal punto que originó un silencioso e impotente llanto pintado con sentidas y resbaladizas lágrimas que, deslizándose por mis mejillas cayeron en mi almohada y la humedecieron. No era la primera vez que me pasaba &, como queriendo pedirle perdón, abracé el colchón de mis sueños & en su suavidad quise recuperarte, quise recobrar tu fotografía. & entonces volví a hacerlo, volví a hacer otra estupidez, una más, algo que se escapaba de mi razón pero que para mi corazón resultaba necesario y a la vez mágico: con aquellas palabras que se producen en el vacío del sonido, con aquellas frases que nacen del pensamiento & surcando el mar de los recuerdos, cual sabio viento que mueve las olas de la mente, intenté explicarle a aquel enfundado saco de plumas como eras, como te había visto tantas veces y como no te podía ver. Y aquello que no dije, aquello que pensé fue tan hermoso que hoy no he podido evitar, en cuanto he tenido la ocasión, de reproducirlo con estas míseras y pobres letras de tinta manchadas que, a sabiendas de que nunca podrán reflejar la belleza que mi sentir percibe, son y serán la única forma hábil para dejar constancia de como un hombre que vive un amor no consumado, desde la distancia de un inconstante trato y a menudo imposible contacto, intenta describir a su amada.



No hay comentarios:

Publicar un comentario